Es curioso cómo, con la llegada de la electrificación y la "democratización" de las altas prestaciones, hemos ido viendo multitud de concept cars desfilar ante nuestros ojos que prometían el oro y el moro. Una lista enorme de nuevos fabricantes y modelos que, valiéndose de unas buenas dotes de marketing, un cuidado modelado 3D o a veces todo a la vez, mostraban cómo serían los hypercars del futuro próximo; 5.000 caballos extraídos de 27 motores eléctricos con una autonomía para dar dos vueltas al mundo y mucha charlatanería.
Sin embargo, en esta época en la que está de moda crear hype y el hacer ruido, donde hay más formas de vender humo que nunca antes en la historia, también existen personas que todavía prefieren el trabajo silencioso e incansable. De los que con mucha voluntad consiguen materializar de verdad una idea que, en algunos casos, también es un sueño por cumplir.
Por eso, cuando BALTASAR -empresa que toma el nombre de su creador Baltasar López (ingeniero de automoción y emprendedor)-, presentó su primer coche, el Revolt, casi en una forma final, la sorpresa fue mayúscula y muchos no pudimos evitar sentir una mezcla de asombro, admiración y orgullo patrio. Un desarrollo propio partiendo desde un lienzo en blanco que no nos atrevemos a cuantificar en horas de trabajo.
-Coches para divertirse, disfrutar... Coches para el Carpe Diem. Esa es la filosofía de la compañía y por eso encontramos una C y una D en el logo- decía en la presentación Baltasar López.
La visión y el propósito de BALTASAR es la de, adaptándose a una realidad cambiante y a un horizonte incierto, crear máquinas de conducción puras exprimiendo la tecnología actual. Y con esto en mente, nos han traído una suerte de coche de circuito con matrícula y en palabras de la marca, el primer supercar eléctrico para track days. Prueba de esta dedicación a la pista son, por ejemplo, sus homologaciones FIA.
Pero el verdadero valor de este proyecto va más allá de la mera literatura y tiene argumentos de peso para convertirse en lo que pretende: un juguete sin emisiones para niños mayores. Desde el diseño del chasis hasta el powertrain, hagamos un repaso del Revolt.
Lo primero que llama la atención son sus formas, con un aspecto que nos recuerda a las barchettas de carreras, todo en un envoltorio muy reducido; menos de 4 metros de largo y 1.8m de ancho, con una línea de cintura que se alza tan solo 88 centímetros (1.11m hasta el arco de protección). Además, su batalla de 2.4 metros hace entrever que no será fácil de domar, al estilo de los Ariel, Caterham, KTM o Lotus más radicales.
Y sí, cada forma sigue una función en el Revolt. La enorme y única toma de aire frontal multipropósito ayuda a refrigerar los frenos, proporciona sustento aerodinámico y empuja esa misma masa de aire frío hacia el conjunto de baterías. Las tomas laterales, como en un coche térmico de motor central o trasero, también ayuda a enfriar el tren motriz y en los bajos, la magia del principio de Bernoulli sigue actuando mediante un difusor fabricado -como el resto del coche-, en fibra de carbono.
Este material, la fibra de carbono, es protagonista en prácticamente la totalidad de lo que puedes ver y tocar, y es la muestra del interés casi obsesivo por la reducción de peso: volante, asientos, chasis, elementos de la suspensión...
Aunque, como muchas veces en la vida, una cara bonita no lo es todo, el planteamiento técnico parece jugar a su favor; un "mix" de ingredientes de supercoche para una experiencia de conducción acorde. Dos motores eléctricos independientes con vectorización de par, uno para cada rueda trasera, un conjunto de baterías con arquitectura de 700V fabricadas por otra empresa española (MILLOR), suspensión tipo push-rod fabricada en aluminio, kevlar y fibra de carbono... ¿Las cifras que consigue todo esto? Aquí tenéis:
770 kg (el paquete de baterías se queda en unos "modestos" 250 kg)
500 CV de potencia.
1000 Nm de par.
0-100 en 2.5 segundos
600 km de autonomía de ciclo WLTP
40 minutos de autonomía en condiciones de circuito.
Con todo este despliegue, si el Revolt cumple lo que promete, sí podría erigirse como una alternativa real a otras máquinas de conducción tan puras como las que hemos mencionado anteriormente. Eso sí, no esperéis un atronador sonido o ese característico olor a gasolina al arrancar un aparato radical de combustión, parece que el futuro llega sin hacer mucho "ruido".
La gran promesa del Revolt es hacerte olvidar los "anticuados" motores térmicos, meneándote y hundiéndote en ese austero bucket de carbono a base de potencia eléctrica y sensaciones lightweight.
Si a estas alturas te estás preguntando cuál es el precio a pagar para comprar este juguete, el Baltasar Revolt, prepara 230.000€ antes de impuestos. Por ese dinero no te llevarás puertas, ni ventanas, ni tan siquiera un arsenal de ayudas a la conducción, simplemente un aparato desarrollado con el único fin de hacer disfrutar a quien se siente en él. Quizás, cuando nos veamos obligados a cambiar nuestra movilidad y ser Electro (¿?) Bon Vivant, todo esto cobre más sentido.
No nos queda sino felicitar a Baltasar por embarcarse en este viaje. Esperemos que el nombre de su marca y el de su creador, como antaño hicieron otras grandes firmas, dé la vuelta al mundo respondiendo además a un cambio de paradigma, desde España.
¡Saludos sibarita!
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