Decíamos hace unos días que el BMW Z3 es ya, con sus 25 años a las espaldas, todo un youngtimer, un verdadero clásico moderno. Parte de su éxito se debe a su configuración de deportivo biplaza, que puedes encontrar a un precio "popular" con un coste de mantenimiento razonable. Quizás no sean los únicos ingredientes, pero unido a todas sus versiones, ha terminado creando una legión de aficionados a lo largo y ancho del mundo.
Después de haber dedicado todo un artículo a contar la historia del modelo, tal vez merezca la pena dedicar unas líneas a expresar lo que se siente al conducirlo. Más allá del fenómeno fan, que cualquiera podamos sufrir y que nos haga inclinarnos indefectiblemente por nuestro roadster favorito (véase Mazda MX-5, Porsche Boxster, Audi TT, Mercedes SLK...), es innegable que el Z3 tenía y tiene argumentos para ser un digno deportivo, sobre todo a partir del 2.2i de 170 caballos.
La idea de motor delantero en posición longitudinal, la potencia enviada atrás por medio de una caja manual (que es la opción buena), y las posaderas a ras de suelo y casi en el eje trasero, basta para crear una ligera composición de cómo puede ir este pequeño aparato, pero profundicemos:
La unidad que hoy traemos es un Z3 Roadster de 1999, restyling, y con el motor 2.8; en conjunto, 193 caballos y 280 Nm para un peso de 1285 kg ( 6,6 kg/CV). Monta además el siguiente equipamiento opcional:
Diferencial autoblocante mecánico tarado al 25%.
Asientos calefactables con cuero Oregón (moteado).
Cuero extendido (salpicadero, consola y puertas).
Volante y pomo M.
Línea de cromados exterior e interior.
Llantas Z-Star cromadas Style 35 de 16 pulgadas.
Arcos antivuelco.
El Z3 2.8 restyling anunciaba un 0-100 en 6,9 segundos y una punta de 225 km/h. BMW no se hacía responsable de los efectos sobre tu peinado.
Diseño y habitabilidad
Lo primero que llama la atención del BMW Z3 es su cuidado diseño. El largo capó se ve flanqueado por unos pasos de rueda prominentes que, además, añaden las branquias características de este modelo. El paragolpes específico que estrenó el 2.8 refuerza la idea de deportividad con una toma de aire generosa y más agresiva y, por supuesto, un suplicio en cualquier bordillo.
Pasando a la vista lateral, no existen líneas de estilo superfluas ni añadidos innecesarios. Los retrovisores están colocados muy atrás y refuerzan la idea de extender el morro, las puertas parecen abrazar al chasis y los tiradores están perfectamente integrados. La línea de cintura ayuda a afilar el coche, partiendo desde la propia apertura del capó para rematar en una trasera musculosa, con sendos arcos sobre las ruedas propios del restyling que, una vez más, recuerdan al BMW 507 (con el permiso del BMW Z8). Con sus escasos 4 metros de largo y menos de 1,3m de alto, sigue pareciendo de juguete al lado de cualquier compacto moderno.
El Z3 tiene unas dimensiones muy reducidas para los estándares actuales y eso acaba repercutiendo en el espacio interior.
La parte trasera adopta los pilotos en forma de "L", signo del diseño BMW a partir del siglo XXI, y la luz de freno se integra en medio de la tapa del maletero. Las denominaciones de modelo y versión eran opcionales y en este caso, están suprimidas. Lo único que puede hacer entrever de qué versión se trata es la doble salida de escape de los motores de seis cilindros, una política que BMW mantuvo durante muchos años y que nos facilitaba la labor a los más "quemados" a la hora de discernir qué habitaba bajo el capó. El maletero es "correcto", con espacio suficiente para dos maletas de cabina.
En el interior las cosas no son tan "espectaculares" y el Z3 es un batiburrillo de componentes reutilizados de BMW de los 90: los aireadores del E30, pulsadores del E36 y E36 Compact y los elementos propios del Z3, como un salpicadero simétrico con dos medias lunas o unos asientos con los reposacabezas integrados, que podían tener mejor sujeción lateral si se optaba por los opcionales Sport.
El hecho de que esta unidad lleve cuero extendido aumenta la sensación de calidad percibida respecto de los plásticos usados en la mayoría de los Z3, pero termina siendo mucho más delicado y, al ser un material "vivo", requiere mayores cuidados y puede encoger y despegarse con el sol (mal endémico).
En cuanto a la ergonomía y la posición de conducción, olvidaos de él si medís más de 1,95 o tenéis unas piernas largas. La columna de dirección es fija y aunque vayas sentado muy muy abajo, las manos acabarán chocando contra vuestras piernas y esto os obligará a "manotear" más el volante. La altura al techo tampoco es algo a destacar pero ,con todo, la sensación de ir "encajado" y sentado sobre el eje trasero lo compensa. Y sí, por supuesto todos los mandos son físicos, incluyendo un simpático tirador para las luces.
Sea como fuere, una vez que encuentras la postura ideal, todo está bien pensado. La palanca de cambios cae a menos de un palmo del volante y la disposición de los pedales es la típica BMW con un acelerador anclado al suelo y que permite hacer bien el punta-tacón (o al menos intentarlo).
El volante M tipo ensaimada del M3 E36 tiene un aro fino para lo que estamos acostumbrados y para los estándares actuales de BMW, pero nos retrotrae a coches más clásicos. Cuestión de gustos.
Comportamiento dinámico
Sabemos que el diseño es una parte importante de la ecuación , pero un deportivo va más allá de una cara bonita, ¿no? Como el movimiento se demuestra andando, veamos cómo se comporta el Z3.
Tras el ritual de "bajarse al coche" -porque en este no te subes-, nos acomodamos en el asiento y giramos la llave. Ahí uno empieza a entender de qué va esto; el seis en línea se despierta con un sonido grave y redondo pero sutil (va menos capado en cuanto a ruido que un 328ci equivalente). Un embrague con tacto firme y una primera mecánica y cortita, nos vamos.
Encaramos las primeras curvas y confirmamos nuestras sospechas, el Z3 2.8 no nos va a exigir mucho ni va a luchar contra nosotros. Como cualquier ser humano, tiene sus defectos y este Z3 los muestra sin complejos; el excesivo peso del morro se hace notar al entrar alegre en los virajes, la carrocería oscila y barquea por una puesta a punto tirando a cómoda y por la poca rigidez del chasis, y los frenos son correctos tirando a flojos. Aun así, estirar las marchas es una delicia y el sonido nos entra de una manera embriagadora.
Pero os estaríamos contando una verdad a medias si no parásemos un segundo a retirar la capota (manual en este caso), y a disfrutarlo como se merece: a cielo abierto. Después de colocar el deflector, indispensable para sobrepasar los 80 km/h sin despeinarse, y el cubrecapota, nos ponemos en modo ataque; a ver qué transmite ahora el pequeño Z.
Conducir un roadster y no probarlo descapotado es como conocer a Irina Shayk con un traje de nazareno; te puedes hacer una ligera idea de lo que hay, pero no es lo mismo.
Unos pocos kilómetros y parece que todo cobra más sentido; solo estás tú, el ruido del viento y el motor y la carretera. La experiencia se vuelve más gratificante y las sensaciones se multiplican. Cabe destacar que la dirección transmite todo y es muy directa -2,7 vueltas de volante versus 3,2 de la de un M3 E36-. Además, los silentblocks de poliuretano de Powerflex que lleva montados esta unidad redondean esa percepción. Sí, la suspensión de serie sigue siendo algo blanda (nada que no arregle un kit Bilstein B12) y el esquema del tren trasero de brazos tirados heredado del serie 3 E30 no es lo más sofisticado, pero el Z3 te va animando a rodar más rápido.
Es en este punto, conduciendo "alegres", cuando los Z3 potentes ganaron su mala fama de nerviosos y/o peligrosos. A ciertos ritmos y con el control de tracción desactivado, la corta batalla y la distribución de pesos hace que la transición de subviraje a la entrada de una curva a sobreviraje al abrir gas antes de tiempo sea más repentina que en otros coches y requiera más atención para "cazarlo". El autoblocante echa una mano en este aspecto, pero obviamente no es mágico y ,en lluvia, este nerviosismo se multiplica. Pero que nadie se asuste, en condiciones normales es tremendamente divertido y solo requiere una cierta adaptación.
El Z3 no es mucho más delicado en lluvia o en asfalto húmedo que cualquier otro trasera con cierto nivel de potencia, pero tampoco tolera que pisotees el acelerador como el bombo de una batería.
Después de estirar marchas para escuchar el motor afinando una nota cada vez más aguda y metálica, de usar un cambio con un tacto que da gusto -aunque no al nivel de un Mazda MX-5 o un Honda Civic Type R-, y de numerosas curvas, uno siente que los frenos son los que primero se quejan. Quizás este sea uno de los aspectos más débiles del Z3 y los que antes invitan a bajar el ritmo.
Pero fuera de las curvas y a velocidades de "paseo", el Z3 sigue sacando pecho, con un cómodo rodar en autovía y un aislamiento acústico aceptable pese a tratarse de un descapotable con techo de lona. ¿Un pero? La caja de cinco velocidades anda falta de una sexta marcha de desahogo; circulando a 120 km/h se superan las 3000 rpm.
Con todos los elementos de juicio necesarios, estamos preparados para sacar conclusiones...
Veredicto
El BMW Z3, y sobre todo en esta versión 2.8 y superiores, es un BMW como Dios manda; un coche donde casi todo gira en torno al motor. Se siente tremendamente analógico -para lo bueno y lo malo-, ligero y gratificante, recordándonos una vez más que, ante la escalada de potencias locas de hoy día, se pueden transmitir sensaciones sin tener por qué ir con el cuchillo entre los dientes.
Salvando sus problemas de frenos y de puesta a punto de las suspensiones (algo que se arregla con piezas aftermarket), es una de las mejores alternativas en el mercado de los roadsters con un toque clásico. Corre notablemente más que un Mazda MX-5, se mueve mejor que un Mercedes SLK 320 y es más sencillo que un Porsche Boxster 986, ahora que las cotizaciones empiezan a aumentar peligrosamente.
Y si nos regimos por una parte puramente emocional, el Z3 encarna las preferencias de otra época, de coches aspiracionales donde mandaban los motores atmosféricos, la escasa electrónica o la verdadera esencia de deportividad. Viendo cómo se presenta el horizonte, quizás sea el momento de correr a por un roadster así, antes de que sea demasiado tarde...
Recordad que en SextaMarcha podréis consultar todo acerca de qué revisar, qué buscar o cuánto pagar por una unidad del BMW Z3.
¡Saludos sibarita!
Fotografías de Ignacio Álvarez (@igalvarez_cars) y Manuel Gómez
Muy buen articulo y el coche es una preciosidad y me encantaria conducirlo ahora que he leido mas de el. Bravo!