Después de dos entregas dedicadas en exclusiva a James Bond, no podíamos dejar pasar la oportunidad de abordar otra faceta fundamental del universo 007, el “malo”. Al fin y al cabo, para ganarse el pan, Bond ha tenido que hacer frente a multitud de villanos de todo perfil.
Es en estas lides donde, una vez más, la infinita clase y el buen gusto dejan también su huella. No es la faceta protagonista y tampoco la más correcta, pero todos nos hemos sentido atraídos (aunque sea ligeramente), por ese lado oscuro e igualmente canalla.
Como sucede con todo antihéroe -y Bond es en cierta medida uno de ellos-, sus contrapartes no distan mucho de él; ciertos lujos, femmes fatales y coches glamurosos. Aunque podríamos hablar largo y tendido de todo esto, hoy es el turno de, una vez más, lo petrol: los coches.
Probablemente no hayas reparado en algunos de los vehículos que traemos hoy y es fácil de entender: la sombra de mitos como el Aston DB5 o el Lotus Esprit es alargada. Brillar con la misma intensidad que ellos es imposible, pero, en un ejercicio de memoria y justicia, rindámosles los honores que se han merecido.
Limitándose a un papel muchas veces testimonial, el coche del villano nunca ha desatado pasiones entre el gran público.
¿Tienes intriga por saber cuáles son los coches más malvados de la franquicia 007? Comenzamos:
Rolls-Royce Phantom III
En el estreno del Aston Martin DB5 en Goldfinger (1964), Rolls Royce fue la marca encargada de asociarse al villano de turno, el magnate del oro Auric Goldfinger. A pesar de no medirse con ninguno de los clásicos Bentleys de Bond, coetáneos al Phantom III, pasó a la historia por ser complemento imprescindible para el contrabando de dicho metal precioso en la película, camuflándolo entre las partes del propio coche o formando parte de él.
La unidad que aparece en Goldfinger es un Rolls-Royce Phantom III Sedanca de Ville carrozado por Barker y que data de 1937. Más allá de la suspensión reforzada para cargar con semejante cantidad de oro y el guiño de la placa de matrícula personalizada (AU1), el modelo de base es el último gran Rolls de preguerra.
Entre 1936 y 1939 se construyeron 727 chasis del Phantom III. Como mandaban los cánones de la época, el aspecto exterior se fiaba a las manos expertas de un maestro carrocero.
En el apartado técnico, estaba animado por un V12 de 7320 cc de carrera larga repleto de innovaciones como el encendido doble (que veríamos en los Twin Spark de Alfa Romeo muchas décadas después). Entregaba 165 caballos a 3000 vueltas y, teniendo que empujar de más de dos toneladas y media a través de las ruedas traseras, queda lejos del actual ideal de deportividad.
Como curiosidad y prueba de glorias pasadas, el sistema de frenos asistido contaba con un servofreno proveniente de Hispano-Suiza. Y ya en los años 30, la caja manual de cuatro velocidades contaba con sincronizadores.
Maserati Biturbo 425i
Desde Italia y sin pena ni gloria, el Maserati Biturbo 425i se encargó de transportar a Franz Sánchez en “Licencia para matar” (1989). Aunque su aparición fue breve y el color elegido para la ocasión no era especialmente atractivo, el coche realmente "pegaba" con el personaje.
Porque unir un deportivo de los 80 con un narcotraficante internacional de origen latino es una fórmula de éxito, como ya vimos en Scarface o Miami Vice.
El Maserati 425i Biturbo era la variante de cuatro puertas e inyección electrónica del Biturbo lanzada en 1987. Más allá de esa carrocería de fuertes aristas muy ochentera, montaba un V6 de 2,5 litros con tres válvulas por cilindro. 188 caballos que impulsaban con brío un peso contenido (0-100 en 6,6 segundos), con la comodidad de una berlina, si bien 4,4m no parece demasiado en la actualidad. Con todo, solo se produjeron 320 unidades del 425i frente a las más de 2000 del 425 de carburación.
Ferrari F355 GTS
A pesar de ser una de las marcas de automóviles más conocidas del mundo, no se vió Ferrari alguno en la saga 007 hasta GoldenEye (1995). En este caso, es Xenia Onatopp, la femme fatale más fatale a la que se “enfrentó” Bond, la encargada de conducir un Ferrari F355 GTS. La persecución “amistosa” por las colinas de Mónaco donde Xenia es seguida muy de cerca por Pierce Brosnan en el eterno Aston DB5 y se van adelantando, no se olvida.
Por muy malvada que una sea, no se puede descuidar nada a la hora de llevar un Ferrari. Xenia sabe combinar hasta un accesorio fundamental de lady driver: los guantes.
El F355 GTS era la versión Targa del F355, el sustituto de un 348 que ya adolecía el paso del tiempo bien entrados los 90. En la receta tradicional de los biplazas de motor central de Ferari, se colocaba un V8 a 90º que, como indicaba el nombre 355, contaba con 3,5 litros de cubicaje y cinco válvulas por cilindro. Contaba con lubricación por cárter seco, una relación de compresión de 11 a 1 y dos árboles de levas; con todo alcanzaba los 380 caballos y bajaba de los 5 segundos en el 0-100. Adn de competición que desbancaba al propio Mclaren F1 en potencia específica: 109 cv por litro.
Para muchos (entre los que me incluyo), esa silueta afilada, la rejilla plana que hace entrever el motor central, los faros escamoteables y un interior a la altura, lo convierten en el último Ferrari clásico antes de la era moderna, iniciada con el 360.
El GTS y su techo duro tipo Targa no era lo más práctico del mundo, pero mantenía a la perfección las líneas originales del modelo.
Inconfundible esencia de villano: Jaguar y Land Rover
Pasemos ahora a lo realmente importante. Varias marcas han ido rellenando el hueco para el coche del malo de la película, pero jamás podrán igualar la esencia que rezuma el grupo Jaguar/Land Rover: "the british evilness".
Quizás fruto del marketing, quizás la histórica conexión de Jaguar con el crimen o con lo malvado (el mismísimo Hannibal Lecter tenía uno en la novela), el caso es que la lista de apariciones en la gran pantalla de Jags asociados a tipos "cuestionables es muy extensa y no ha hecho sino reforzar esa idea y esa relación.
Hace unos años, la propia Jaguar, lejos de desmarcarse de esta imagen, adoptó el lema "it's good to be bad" en uno de sus spots para la Super Bowl. ¿El prota? Un F-Type.
Con Land Rover sucede algo parecido y puede ser que las últimas entregas de Bond hayan jugado a su favor y creado esa imagen en nuestra mente. Si Jaguar representa el lado deportivo y sofisticado del villano, Land Rover trae una faceta más poderosa y más ruda.
Pero, ¿dónde empezó todo en la saga Bond? ¿Cuándo se volvió a reclamar ese lugar para las marcas británicas? Y, ¿hasta dónde han llegado?
Jaguar XKR Convertible
El Jaguar que tuvo la gran responsabilidad de debutar en 007 es el Jaguar XKR de Zao, en "Muere otro día" (2002). Haciendo una fuerte competencia a los artilugios de Q, equipa una ametralladora Gatling detrás de los asientos, lanzamisiles escondidos en la parrilla o granadas en el maletero.
Los coches que aparecen en esta imagen tuvieron que ser construidos con tracción total ex profeso para realizar la persecución que ves.
Aparte de mostrar sus capacidades en el hielo ante el Vanquish S de Bond, el XKR tenía todo lo que se podría esperar de un GT británico vitaminado. El V8 del XK8 añadía a la ecuación un supercargador y un kit de músculo extra (parrilla de malla, alerón trasero y dos enormes entradas de aire en el capó). Además, la versión de 2002 elevaba el cubicaje a 4,2 litros y la fiesta llegaba a los 400 caballos. No sabemos si la base del XK -evolucionada desde el vetusto XJS-, toleraba bien semejante potencia, pero suena muy tentador.
La unidad de Zao, el villano de la cara con diamantes, es un XKR convertible en color metallic light green , el mismo color que usó por Jaguar en la F1. Lo mejor: puedes encontrar unidades del XKR en el mercado de segunda mano desde algo menos de 20000€.
Jaguar XJ
No podíamos dejar pasar la oportunidad de mencionar que, en Casino Royale (2006), el Jaguar XJ tiene sus minutos de gloria. Primero, como coche personal del Sr. White en versión XJ8, aparece llegando a su casa del lago en Italia y en versión XJR, posesión de Le Chiffre, persigue a Bond.
En Casino Royale se pueden ver hasta siete XJs a lo largo de toda la película.
Es posible que el XJ de tercera generación (X350), represente sin igual esa berlina de segmento F, larga, potente y ostentosa, con marcado carácter británico y malas intenciones. Ya sea en su versión XJ8, que podía montar un V8 de 3,5 o 4,2 litros de hasta 300 caballos, o bien, escalando hasta el v8 4.2 supercharged del XJR de 400, los 5 metros del XJ en el retrovisor harían acelerar el pulso a más de uno.
El Jaguar XJR de tercera generación es una de las grandes berlinas con aspiraciones deportivas más bellas que se han hecho nunca y, con el sonido del supercargador, pone los pelos de punta.
Jaguar C-X75
Para Spectre (2015), Jaguar-Land Rover echó el resto, colocando a tres vehículos de su división especial, Special Vehicle Operations, en la película. Y para colmo, todos al servicio de los "malos"
El primero y más espectacular, rivalizando a su vez con el también prototipo del Aston Martin DB10, era el Jaguar C-X75. Sin embargo, del concepto original presentado en el Salón de París de 2010 y que se valía de turbinas de gas para recargar unas baterías que daban vida a cuatro motores eléctricos, poco quedó. A la hora de establecer una versión de producción -que tampoco fructificó-, y adaptando tecnologías de Williams, su tren de potencia combinaba un 1.6 tetracilídrico derivado de la F1 unido a dos motores eléctricos, consiguiendo 850 caballos y 1000 Nm de par motor.
Para los que crecimos babeando con el XJ220, el C-X75 supuso el nacimiento de otro sueño con el que alimentar al niño que llevamos dentro.
Fue este último el felino híbrido que pudimos ver en Spectre y que nos hizo pensar en una alternativa a la Santísima Trinidad de los hypercars de 2010 (LaFerrari, P1 y 918 Spyder). Ahora parece que el futuro de Jaguar pasa por mirar más a la chispa C-X75 que a los grandes V8...
Land Rover Special Operations Vehicles
En la misma entrega que el C-X75, Land Rover hizo gala de dos de sus vehículos más representativos: el Defender y el Range Rover Sport. Al igual que aquel, la división especial de Land Rover se encargó de dos cosas: que no dejaran indiferentes a nadie y que pudieran plantar cara a Bond con garantías.
Primero, el Land Rover Defender que presentaron era una suerte de aparato para el offroad extremo al que bautizaron con el nombre de Big Foot por sus masivas ruedas de 37 pulgadas y contaba con todo lo que uno necesita para sobrevivir en ambientes exigentes. El chasis tenía las especificaciones de un Bowler y unos amortiguadores Bilstein de rally. El robusto motor diésel del Defender ahora rendía 185 caballos y par suficiente para remolcar un tren.
Por otro lado, el Range Rover Sport, en su variante más "picante" SVR es el Range Rover más potente de la historia; un tanque para intimidar en cualquier terreno. Y no, bajo el capó no hay una mecánica diésel turboalimentada sino un V8 5.0 supercargado con ganas de desatar 525 caballos. Los efectos de arrastrar mas de 2,3 toneladas no se notan: 0-100 en 4.5 segundos.
Solo la división SVO de Land Rover es capaz de crear aparatos así. Si tienes el dinero, Land Rover encontrará la manera.
Por ahora y hasta que veamos "Sin tiempo para morir", la lista termina aquí. Seis décadas en el imaginario popular que esperemos sean muchas más.
Dicen que el mal siempre triunfará sobre el bien, porque el bien es tonto. No sabemos cuánto de cierto hay en esta afirmación pero de lo que sí estamos seguros es de que, si puedes tener cualquiera de los coches que hemos enseñado, desde luego habrás triunfado como bon viveur.
Esperemos que hayas disfrutado esta terna de artículos dedicados al universo 007.
¡Saludos sibarita!